ODA A LA NADA

Te extrañado tanto esta noche fría
y no he tenido risa ni llanto,
ni lagrimas para mi torcedor quebranto,
ni el sabor agridulce de un pedacito de alegría.

La simple nada de alguna metafísica,
ilusión que con el tiempo se arrodilla
ante el altar de un corazón agitanado
latiendo sigue en la otra orilla.

No ha habido luz en la hoguera,
no ha habido llanto en el silencio,
sólo una voz cadenciosa se ha mutilado
entre la brisa y el canto de las olas.

Te extrañado tanto esta noche
y no he tenido pan en mi mesa,
ni un cómo estás ni un cómo te ha ido,
ni un susurro del viento estas horas.

Ni una pizca de amor empapado
que con sedienta alharaca muere en el oasis,
ni un solo toque de las sirenas
que una y otra vez me han acompañado.

Ni una sombra ha llegado a mi recinto
donde yace rancio los recuerdos,
donde un ave ha dejado su nido
y se ha roto el corazón en amargo llanto.

Te extrañado tanto esta noche,
y no he tenido ni sueños ni ilusiones,
sólo alguna que otras sensaciones
de haberte algún día conocido.

Te he extrañado tanto esta noche,
como nunca he extrañado a nadie,
vacía el alma, vacío el espíritu
tratando de comprender que te has ido.