y se sentó a mi lado para esperarte,
hasta la brisa dormida en su almohadilla
detuvo su canto para mirarte.
En vano paso las noches frías
aferrado a mi almohada de piedras
llamándote, buscándote en el universo
invocando tu nombre al viento.
Y al no poder encontrarte,
seco el corazón, malherido,
lo he sumergido en el mar de un
acaudalado sueño sin esperanza.
En vano he gritado al eco
que me devuelva tu canto,
al no ver respuesta en la melodía
terminé aniquilando todo en la peña.
Extermine al olvido y su descendencia,
todas las cenizas y el fuego consumido,
a la misma nada, al amor enamorado,
a toda la vanidad resucitada.
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