lunes, 3 de diciembre de 2012

MADRE


Madre, ante ti, vengo rendido,
en tu regazo déjame descansar
buscando un regalo el mundo he recorrido
y entre las flores me he extraviado.

 No pude traerte rosas,
no bastarían mil orquídeas;
¿Será suficiente la primavera toda!
para aliviar tus crueles desvelos.
 
Yo no creo que hayan inventado
en el vocabulario las palabras necesarias
para disimular con versos mis agradecimientos
que hace tiempo los tengo aquí guardados.
 
Ni el regalo más grande bastaría
¡Tal vez un pedacito de cielo!
para cubrir todas mis ingratitudes
y así aliviar mi conciencia escondida.

No hay respuestas, me rindo ante ti.
como a Dios ante su altar,
y con el corazón en la mano,
casi sin palabras pronuncio tu nombre.

                 ¡MADRE!

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